Si vives lo suficiente para ver cómo el chándal de tactel se vuelve a poner de moda, cómo el precio de esos pisos que solo podían subir se despeña montaña abajo y cómo una crisis energética sistémica se lleva por delante el desarrollo de los países y la alegría de tu familia, es que eres un xennial (nacidos entre la generación X y la milenial) como yo. No solo habrás estudiado la EGB, sino que habrás crecido con la campaña de ahorro del agua “Tú puedes, pero España no puede” frente a la sequía pertinaz y con la crisis de la OPEP a cuestas. Estarás programado en un bucle eterno de cerrar grifos y apagar luces y de pasar de horarios de verano a invierno con la naturalidad de quien ha sido educado en que los recursos son escasos y hay que gestionarlos con prudencia. Como has vivido lo suficiente, te habrás hecho dependiente de todos los servicios que la digitalización te proporciona y serás indiferente al hecho de que los pagas con tu intimidad. Total, dejarte unos derechos por el camino tampoco es tan importante. Lo que no te esperabas es que, a estas alturas, tuvieras que prescindir de ellos porque la energía no llega para tanta digitalización.

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