Quienes conocieron a Orlando Jorge Mera, el ministro de Medio Ambiente asesinado en su despacho en Santo Domingo a los 55 años, lo definen como una persona noble, amable y enérgica a la que no le temblaba el pulso a la hora de hacer cumplir las leyes para proteger la naturaleza de República Dominicana. También como alguien tranquilo y conciliador, que no temía el conflicto, sino que enfrentaba los problemas. Ese rasgo de su carácter lo demostró hasta el final cuando en la mañana del lunes recibió en su oficina a Miguel Cruz, un amigo de la infancia con quien estudió y con quien aparece en numerosas fotografías distribuidas estos días, pero que acabó quitándole la vida de varios disparos.

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