La propietaria de un restaurante, Leticia Rodríguez, celebró la construcción, a finales del año pasado, de un nuevo bulevar junto al lago en esta ciudad del norte de México que esperaba que atrajera a más gente a su negocio. Pero ahora, con el embalse de La Boca casi vacío por la sequía, los turistas han dejado de venir a navegar, a hacer esquí acuático o simplemente a comer.

Rodríguez tuvo que despedir a la mayor parte de su personal en abril y ahora dirige el restaurante con su marido y sus hijos. La creciente sequía en el norte de México no sólo está dificultando la vida cotidiana de los residentes, sino que en algunos casos está amenazando sus medios de vida.

La esperanza que tienen las personas es que muy pronto empiecen las lluvias para mitigar el problema. La semana pasada, la Comisión Nacional del Agua de México declaró una emergencia por sequía que permite al gobierno tomar medidas para garantizar el suministro de agua.

La sequía está relacionada con el fenómeno meteorológico conocido como La Niña, cuyos efectos se han intensificado con el cambio climático. La Niña es un enfriamiento natural y cíclico de partes del Pacífico ecuatorial que cambia los patrones meteorológicos en todo el mundo.

El secado del embalse de Santiago no es el único problema para el centro industrial de Monterrey, a unos 35 kilómetros al norte. En condiciones normales, el 60% del agua de la ciudad procede de los embalses y el resto de los pozos profundos y poco profundos y de los túneles de captación de agua subterránea.

Es posible que se apliquen restricciones al agua en la ciudad por la sequía

Si se retrasa la llegada habitual de las lluvias a finales de agosto, habrá que ampliar las restricciones de agua en la ciudad. Aldo Iván Ramírez, profesor de la escuela de ingeniería de la Universidad Tecnológica de Monterrey, dijo que aunque la situación de Monterrey es preocupante y hay ciudades en peor estado.

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Un día reciente, señaló a través del fangoso fondo del lago un restaurante abandonado muy dentro del lago al que los comensales solían llegar en barco. Cerró a principios de este año cuando el agua bajó y los turistas dejaron de venir.

"Para mí esto es peor que la pandemia, porque al menos en la pandemia había gente", dijo este santiagués de 54 años.

Ahora los patos se pasean por las aguas poco profundas que rodean el extremo del muelle en el que los turistas solían subir a los barcos para hacer cruceros por el lago.

Sentado en uno de los asientos del antiguo muelle flotante, Juan Pérez, de 65 años, dijo que perdió su trabajo junto con otros 60 cuando la empresa que daba paseos en barco quebró a principios de este año. Ahora sobrevive trabajando como conserje de la ciudad.

"Es triste verlo así… es peor que un cementerio", dijo Pérez, recordando el ambiente festivo que solía reinar los fines de semana aquí.

Las autoridades intentan sacar la mayor cantidad de agua posible de La Boca

Instalaron una bomba flotante con la que esperan extraer unos 400 litros de agua por segundo que serán conducidos a Monterrey, dijo el ingeniero Raúl Ramírez, cuya empresa instaló la bomba. Planean dejar suficiente agua para mantener viva la vida acuática restante.

De pie sobre el lecho seco del lago que hace meses estaba cubierto de agua, Ramírez dijo: "Nos advirtieron de la posibilidad de que esto ocurriera desde el año pasado y lamentablemente como sociedad no escuchamos, no quisimos entender".