A Juan Zamorano hace ya un mes que algunos compañeros de escuela le hicieron sentarse en un pupitre repleto de alcohol cuando uno de los otros niños le prendió fuego.
Lo que ocurrió con Juan fue un resultado de meses de maltrato contra él sobre los que no había dicho nada. El adolescente es un indígena Otomí, naturales de México, sus padres decidieron irse a vivir a Querétaro en buscas de tener una nueva vida. A la procedencia indígena de Juan la utilizaron como un pretexto para ridiculizarlo y agredirlo.
El crimen al que sometieron a este niño lo dejó con quemaduras de segundo y tercer grado en la parte inferior de su cuerpo y otros sitios del tronco superior, aun no puede hablar bien y come a través de vías. Cuando logró recuperar parte de su voz fue para acusar finalmente los abusos a los que estaba sometido durante meses.
La escuela y la docente del aula a la que asistía están bajo investigación, pues según los testimonios de Juan Zamorano y su familia, realmente no se le ofreció ninguna ayuda, la maestra solo le hizo cambiar de pantalón y untarse una cebolla en las heridas, cosa que está medicamente contraindicada en caso de quemaduras.
En cuanto a los niños responsables de tal acto al parecer ya habían tenido diversos llamados de atención anteriores y se les había confiscado alcohol y encendedores desde mucho antes, lo cual podría indicar como sugiere la familia del menor afectado, que lo ocurrida con Juan ya estaba premeditado.
Las acciones legales del caso han ido fuertemente detrás de la profesora y los familiares de los niños que incendiaron a Juan, pues según las leyes del Estado aun son muy jóvenes y no pueden enfrentar un juicio penal.